El consumidor se ha transformado en “prosumidor” (prosumer) (productor + consumidor). Este hecho cambia todo el proceso de marketing en las empresas.
Ahora el reto para las empresas está en que el consumidor ya no es un mero espectador pegado a la pantalla de la televisión o de su ordenador. Consume contenidos audiovisuales en cualquier momento y en cualquier lugar, además lo hace a través de múltiples dispositivos móviles, el prosumidor está siempre conectado y esto obliga a tener una nueva visión del cliente que puede acceder por cualquier puerta a nuestra empresa o a nuestra marca.
Nos encontramos de cara a la generación con mejor preparación y/o facilidad de acceso a la información, por lo tanto un prosumidor está enterado de todo al instante. Un prosumidor sabe lo que quiere, como lo quiere y hasta cuanto está dispuesto a pagar por ello.
Así las reglas del juego han cambiado y para bien, ahora todo se transparenta y es el prosumidor el que marca las pautas y toma al «toro por los cuernos», antes de pagar por un producto lo investiga y compara al instante en distintas páginas webs las características del productos o servicio así como su precio.
El prosumidor ya no quiere ser parte de la publicidad impositiva, no está dispuesto a ser interrumpido por anuncios y banners publicitarios mientras realizan tareas básicas como nutrirse de contenido de medios digitales (noticias, videos, blogs). Quiere tener participación en la construcción del producto o servicio y aportar a la mejora del mismo.
Se viene la era del marketing experiencial.