Vi nacer el iPhone y sin contar algunos breves coqueteos con la competencia, durante algo más de la última década he sido la propietaria estable de un teléfono/computadora/reproductor de música y otra tecnología “usable” que Apple se ha inventado. Actualmente soy la dueña de un iPhone Xr (rojo para curarme algo de mi culpa consumista con mi apoyo a las causas Red) un Apple Watch, una computadora y un par de Ipads; antes de salir de mi casa me aseguro que tengo el teléfono y no las llaves o dinero en efectivo como quizá sería lo más sensato.
En distintos momentos he tenido trabajos que me obligaban a estar disponible todo el tiempo y confieso que en ciertos puntos así he justificado la compra más reciente; sin embargo ahora cuando no tengo que estar disponible todo el tiempo de alguna manera el teléfono es un elemento que está conmigo siempre. Nueva tecnología ha transformado el rol del cuerpo en el proceso de comunicación, como decía en mi entrega anterior, nos podemos comunicar sin necesidad de vernos, lo cual ha ampliado el escenario disponible pero también puede complicar las cosas. Todos hemos recibido un mensaje de texto casi incomprensible (los de las madres siempre parecen ganar el primer lugar) o un correo electrónico que dependiendo del tono con el que se lea puede provocar un altercado nivel conflicto mundial o ser algo totalmente inocuo.
Confieso también, que cuando me encuentro con alguien más que comparte mi nivel de “pertenencia” (estoy consciente de lo extraño de usar esa categoría por eso las comillas) a este grupo de personas que seguimos los anuncios de nuevas plataformas o nuevos insumos y que acepta que eventualmente terminará pagando mucho por algo, me siento un poco menos extraña.
En Finlandia el lenguaje tiene una palabra para referirse al teléfono celular kännykkä que en español se traduce como la “extensión de la mano” los aparatos dejan de ser valiosos por la función que cumplen y se convierten en valiosos en sí mismo. Su existencia misma, colores, marca, forma se convierte en una expresión, pasan a tener un valor relacional y ya no solo instrumental; ¿cuántos no han sentido aquel segundo de pánico en el que literalmente se te para el corazón al no ubicar tu teléfono en el bolsillo que usualmente lo guardas?
Un nuevo sentido de pertenencia
La compañía de la manzana nació en un garaje, cultivó la idea de apuntarle a un público más libre que su competidor más cercano, a quien le interese la historia de Apple puede leerla acá varias investigaciones han probado a través de la recolección de datos lo que expongo acá, los teléfonos celulares pasan a tener una función expresiva el aparato mismo transmite un sentido.
En la peluquería que frecuento la mayoría de quienes trabajan ahí han comprado los últimos iPhone a crédito pagando altísimas cuotas que les significa más allá de tener una herramienta para comunicarse con sus familias un nivel de status y de pertenencia.
Con la aparición de tecnología “usable” se han convertido en una extensión de la persona, parte de la presentación y del ser. Una especie de “tribu” urbana conectada por un sentido de pertenencia a un insumo comercial; seamos claros nunca antes esto había sucedido en la historia, la forma en la que la tecnología ha permeado nuestra vida es incomparable con cualquier otro fenómeno en la historia moderna.